
Matthias Schepp, padre de las gemelas suizas desaparecidas, envió una carta a su esposa diciendo que las niñas reposan en paz y que "no han sufrido". Menudo cerdo, hijo de puta y malnacido. Hay que tener mucha sangre fría para acabar con la vida de un niño... El padre se suicidó tirándose a una estación de tren en Cerignola (Italia). Días antes, el padre había consultado páginas sobre productos que se utilizan en el envenenamiento. Realmente me pregunto ¿por qué semejante gente no se suicida antes de realizar semejantes atrocidades?
La policía, ha pesar de la carta, sigue buscando a las niñas, ya que la carta no confirma con seguridad si las niñas permanecen con vida. Esperemos que la carta sea una burda mentira, y que las niñas sigan vivas. Lo último que se pierde es la esperanza, supongo.

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