Continúo hoy mismo con este “Súper
Análisis”. El juego que toca en este artículo lo disfruté hace
mucho tiempo, porque fue el primero al que jugué de esta famosa
saga, y no me sentiría capaz de analizarlo correctamente sino fuera
porque Separ se lo pasó hace unas semanas delante mía, en mi
humilde morada. Hablo de “Metal Gear Solid 4: Guns of the
Patriots”. Como ya he dicho, y aunque parezca raro, yo empecé la
saga por esta parte por recomendación de Separ, pero ello no me
impidió disfrutarlo como es debido. Además, al verlo después de
haberme pasado los otros tres, se descubren tantos guiños hacia las
otras entregas que hacen de ésta un auténtico homenaje.
La historia se sitúa en el año 2014.
Solid Snake ha envejecido tremendamente en pocos años debido a que
en su cuerpo contiene el virus FOXDIE. Se enfrenta a la que es,
posiblemente, su última misión. Su hermano, Liquid Ocelot, planea
hacerse con el control del sistema mediante la “conquista”de una
de las partes de la gigantesca inteligencia artificial que controla
el mundo, la IA de los Patriots. Snake, que se ha rebautizado así
mismo como Old Snake, debe seguirle la pista y tratar de impedírselo.
Además, le ayudará Raiden, ya convertido en el superninja mortal
que va a protagonizar proximamente “Metal Gear Rising:
Revengeance”.
Está viejuno ya...
Para mí, es el mejor juego de la saga,
sólo seguido por su antecesor, la tercera parte. Quizás sea porque
verdaderamente lo es, o quizás simplemente me lo parezca porque lo
recuerdo con cariño al ser el primero al que jugué. Está cuidado
hasta en el mismísimo detalle. Se nota que está hecho con mucho
mimo. Aun sabiendo que el juego es de los primeros de la nueva
generación, sus gráficos son increíbles, consiguiendo que muchas
veces te quedes medioembobado mirando los lugares en los que se
desarrolla la trama. La ambientación es otro punto a favor. Tocá
lugares muy diferentes: Oriente Medio, Sudamérica, Europa del Este e
incluso la base de Shadow Moses, el lugar en el que se desarrolla el
primer título, pero ya abandonada. A parte de eso, los controles han
mejorado gratamente (por lo menos para mí) pasando a ser un juego de
cámara al hombro en el que es más fácil recurrir a la acción en
el caso de que sea necesario. Sin embargo, eso no quiere decir que
sea un juego de acción; con el octocamo, el traje de Snake, la
infiltración es otro modo muy posible de avanzar. En cuanto a los
personajes, vuelven a aparecer, de una manera algo más madura,
algunos de entregas anteriores... incluso de la tercera, a pesar de
estar basada muchos años antes. A niveles generales es un juego
cuidadísimo, aderezado por muchos guiños a títulos anteriores (en
la pelea final, por ejemplo, la barra de vida del jefe va cambiando,
adoptando la forma de las entregas 1, 2 y3). También, como siempre,
se hace un increíble trabajo con la música. El tema de “Old
Snake” es muy bueno, y encaja perfectamente en esta última parte
en la que todo parece que “envejece”.
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