Después de acabar con un maldito virus de esos que te hacen golpear la pantalla del ordenador en estado de transformación en Hulk, he podido arreglar esta maldita mierda y proseguir con mis tareas blogiles. Como martes que es, hoy toca el esperadísimo "No me Jodas". Hoy, el personaje que nos ocupa no es otro que un inglés, como Beedle el Bardo: Charles Dickens, escritor de tan famosas obras como "Cuento de Navidad", "Historia de dos Ciudades" y "Oliver Twits". Pues eso, no es por desacreditar la historia inglesa, pero no era un tipo excesivamente majo. Hace poco se celebró el 200 aniversario de su nacimiento, y no encuentro mejor ocasión para sacar sus trapos más oscuros.
Para empezar, era racista. Si, como habéis oído. En su novela "Oliver Twist" se mete con un "judío repugnante" más de 300 veces. Y por si a nuestros queridos lectores no les parece suficiente motivo para usar esa palabra tan fea, Dickens, a pesar de estar a favor de la abolición de la esclavitud, apoyó a los estados sureños en la Guerra Civil americana y declaró que "otorgar el voto a los negros es absurdo". Y con los habitantes de las colonias inglesas le pasaba otro tanto. Escribió en una carta a una amiga: "Ojalá fuese el comandante en jefe de la India. Haría todo lo posible por exterminar a esa raza y borrarla de la faz de la tierra".
También era un Barney de la época. Tenía una amante secreta llamada Ellen Lawless Ternan, a pesar de estar casada con una chica tres años más jóvenes (Catherine Thompson Hogarth) con la que tuvo diez hijos.Su amante, que era actriz tenía 18 años mientras él tenía 45. Mantuvieron 13 años esa relación. Como era un hombre de bien, hizo todo lo posible para ocultar su relación. Alquiló una casa en las afueras de Londres para su amante y para reunirse con ella en sus desfogos. Un año después de empezar esta escondida relación, Catherine se separó de Charles Dickens, pero como siempre estaba pendiente del "que dirán" no se supo nada de un divorcio. Relacionado con este tema, ocurrió una anecdotilla curriosa: En un accidente de tren en el que viajaba con su amante, se comportó como un héroe ayudando a sacar a los heridos, pero se preocupó bien para que los periódicos escondieran la identidad de sus acompañantes.
Vamos, que santo no era. De todas maneras, a pesar de todo lo escrito en este artículo, fue un grandísimo escritor. Un tanto racista y un poquillo putero, pero un gran escritor.
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