Análisis: "El Rey León, el musical que conmueve al mundo"

Separ y yo hemos estado de visita por la capital de España (léase Madrid) con muchos compañeros, y entre otras cosas, hemos coincidido en destacar la actividad favorita de dicho viaje: a visita al teatro Lope de Vega para ver el fantástico musical “El Rey León: El Musical que Conmueve al Mundo”. Y tanto que si conmueve. Pagamos una pasta por la entrada (casi 65 euracos), pero de verdad, después de ver el musical he de decir que vale euro por euro lo pagado, e incluso sale hasta barato. Os preguntaréis si me he vuelto loco, puesto que soy bastante agarrao (me faltan las puntas de los dedos pulgares por ofrecer bocadillo en el colegio) pero he tenido un sentimiento de nostalgia y de preocupación conforme el musical iba avanzando, sabiendo que se iba a acabar, que no puedo describir. Y me hubiera quedado a verlo un montón de veces más. Está todo cuidado al detalle.

Para alguien como yo, que se ha visto de arriba bajo y muchísimas veces “El Rey León”, y que casi se sabe los diálogos de memoria, es mágico ver como los van recitando casi a la perfección. Las canciones, para ser más fieles a la historia original, se traducen más literalmente, pero siguen teniendo la potencia que tienen en la cinta original. Y no sólo cantan las canciones de la película, sino que también inventan unas muy acertadamente para explicar más centradamente diferentes aspectos de la historia. Los rellenos que se meten en la obra (la película dura aproximadamente 90 minutos, y el musical casi 3 horas incluyendo un pequeño descanso entre los actos) no son para nada pegados, sino que completan la historia. Por ejemplo, se explica porqué Nala huye de las Tierras del Reino, cosa que en la película no sale para nada, sino que simplemente se encuentra con el Simba ya adulto.

Los actores son fantásticos. Mufasa quizás se pasa con la voz omnipotente, pero hace un papelazo, sin duda. Sarabi, al igual que en la peli, no tiene una gran importancia, pero sus pocas frases las interpreta correctamente. El Simba niño, para mí, es el mejor papel de toda la obra, puesto que lo interpreta de una manera genial y su voz se parece muchísimo a la de la versión castellana. El papel de Simba adulto, según he podido leer, está interpretado por un famoso cantante mexicano, que interpreta correctisimamente, y canta todavía mejor. En el caso de Nala, yo creo que se puede decir que en su “versión adulta” es cuando destaca más. Zazú, el pájaro consejero real, es tan solo un muñeco, pero el actor logra “hacerse invisible” para que solo nos fijemos en el pájaro. También Rafiki, interpretada por una actriz, hace su papel de mono loco de manera increíble, y canta tan profundamente que la canción del principio parece pertenecer a la propia película. Y en el plantel de los malos, las hienas se parecen a los locos y chistosos animales de la película. Pero sobretodo destaca Scar, que hace uno de los mejores papeles del musical.

                           

Luego tenemos disfraces y ambientaciones, que son exageradamente increíbles. Las gacelas, guepardos, elefantes, cebras, jirafas... están hechos de manera suave y perfecta, casi natural. Y luego las caretas de Mufasa y de Scar, que se levantan cuando ellos están hablando de pie, tranquilos, y que se ponen sobre sus caras cuando se agachan de manera agresiva. Todo cuidado al detalle. También está la famosa Roca del Rey, que aparece y desaparece en el escenario dando vueltas sobre raíles según la ocasión. Todo en una perfecta coreografía. Luego, otra escena que nos gustó mucho fue en la que Simba habla con el fallecido Mufasa, que se le parece en el cielo. Detrás de una pantalla translúcida y con unas piezas forman una cara gigante de león, que se ilumina de prono y comienza a hablar. Y la muerte de Mufasa también está realmente bien interpretada, que era una de mis grandes preocupaciones (es quizás el momento más dramático de la pelicula, y con hacerlo mal se podría chafar la obra entera).

En definitiva, tenéis que ir a ver el dichoso musical. A mi se me hizo el culo Pepsicola. Si como yo habéis crecido viendo a Simba, Timón y Pumba, os digo que merece la pena pagarse un viajecillo a Madrid sólo por ésto.  

Publicado por Guido