Bombardeo es la única palabra capaz de definir lo que ocurre todos los años con la llegada del mes de noviembre. Y escribo esto ahora porque ya se me ha hinchado la vena. Para las entrañables fiestas navideñas queda aproximadamente un mes. Pero sin embargo, en todas las tiendas hay guirnaldas colgando de los techos, arbolitos de navidad decorando las paredes, tubitos de luz en las ventanas... En las calles ya podemos ver el conjunto de bombillas que adornan las largas avenidas. En la tele ya se ven muchísmios anuncios de juguetes, el nuevo anuncio de Vuelve a casa Vuelve y del Turrón de Suchard, calidad suprema. Esto no se puede permitir. El turrón ya está en las tendias. Los calendarios de chocolate llevan ya dos meses observando antentos como sus hermanos (los papanoeles de bombón) se van derretiendo ante el desprecio de las masas. Aunque el calvo ya no está, la loteria de navidad sale en la televisión desde hace semanas. Poco a poco, van consiguiendo que la navidad se acerque más, que empiecen antes. Y eso aunque en un principio parezca bueno, no lo es. Lo bueno, si es breve, dos veces bueno. Las fechas que tanto esperamos y ansiamos no serían lo mismo si fueran comunes, si todos los días estuviérmaos en esta época del año. Los empresarios piensan que alargando y estirando la Navidad conseguirán más beneficios. Ha este paso, van a romperla. No os preocupéis, que dento de poco pondemos el árbol y el Belén en julio.




Publicado por Guido

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