En mi afán cinematográfico, andaba yo buscando una película para atisbar tranquilamente por la noche cuando me encontré con un ejemplar bastante, dicho suavemente, truñazo. A mi me gusta la mitología griega, y como nunca había visto por ahí ninguna película del laberinto del minotauro, me hizo ilusión encontrar una llamada “La Leyenda del Minotauro”. Y las pocas imágenes que vi tampoco pintaban mal, parecían potables. Contento y risueño, me dispuse a verla. Para empezar, te cuentan un rollo enorme en el que se dice que Creta había conquistado Grecia entera (mentirusco gordo atao con piedra) y que pedía anualmente un grupo de jóvenes a una pequeña aldea como castigo por no recuerdo muy bien qué. Esa pequeña aldea debería ser Atenas, como en el mito original, pero puede pasar. Luego es cuando descubres que los griegos se llaman como los concursantes de Gran Hermano en España. Podemos ver entonces lo que le ocurre en el laberinto a Teo, Danu y Niki. Parece que el guionista no entendió muy bien que en Grecia se usan nombres griegos.

Y ahí continuaba viendo la película, intentando convencerme de que luego las escenas laberínticas serían brutales. Total, que los jóvenes (entre ellos está el protagonista, Teo, príncipe de la aldea castigada) llegan a Creta y allí se encuentran en un palacio del que sólo se muestran continuamente dos puñeteras salas (solo que con distintas cortinas) a un tío negro vestido con licra que le gusta oler calaveras de toro quemadas. También está su hermana, que parece más normal, pero es de esos personajes a los que le mola el rollo místico. Aun así, seguí viéndola, porque no puedo juzgar la película sin ver el laberinto, y más aún, al bicho. Cuando bajan los muchachos al laberinto nos encontramos con una agradable sorpresa: Las salas son tan iguales que creo que hicieron dos o tres pasillos, por los que los actores no hacen más que andar una y otra vez. Y cuando aparece el bicho, decepción total. Es un toro gigante con lepra. Si, un toro que impone respeto, pero que no hace que te cagues por la vía de abajo, y menos aún si eres navarro y en tus fiestas populares no hacen más que soltar animales con cuernos para que pillen a los borrachos.

El negro de la licra y los floripondios de plastiquete, legítimo rey de Creta


Para colmo de todos los males, en determinadas zonas del laberinto (supongo que en uno de los tres pasillos) hay escapes de un gas que te hace alucinar. Y no sólo eso, sino que además el laberinto tiene más salidas que un campo abierto, porque entre la entrad principal, el pozo, la puerta de atrás, la salida oficial y las puertas que no enseñan en la película parece una atracción de feria para niños. Es muy raro que el puñetero monstruo no se halla escapado ya, y hubiera matado a todo Dios en el palacio (lo cuál, todo hay que decirlo, molaría mucho).


Publicado por Guido

1 comentarios:

Unknown dijo...

Me gusto xdxd

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