El 13 de mayo es un día en el que se conmemora que la Virgen María bajó a Portugal a comprar toallas a 3 partocillos [No confirmado]. Pero 39 años antes de que esto ocurriera, falleció en Washington D.C. el físico estadounidense Joseph Henry.
Henry nació en Albany en 1797 en el seno de una familia humilde (humilde en sentido de pobre; si eran modestos no hay datos que lo recojan) por lo que tuvo que abandonar la escuela muy pronto para comenzar a trabajar como aprendiz de relojero.
Cuando Henry tenía 16 años, estando de vacaciones en la granja de unos parientes, salió corriendo detrás de un conejo que se escapaba. Tras abandonar la búsqueda del conejo (un drama para una familia pobre del siglo XIX), Henry se metió por un agujero y apareció en el País de las Maravillas el sótano de una iglesia, donde encontró un libro sobre la historia natural y comenzó a leerlo. Así decidió volver a matricularse en la escuela y reemprender sus estudios.
Una vez matriculado, decidió dedicar su vida a la ingeniería y comenzó a estudiar los campos eléctricos y magnéticos. Fue entonces cuando Henry, interesado en la experiencia de Oesterd, descubrió la inducción electromagnética y la autoinducción, un gran descubrimiento que también realizó independientemente el físico inglés Michael Faraday. Sólo hubo un problema: Henry dudó sobre si publicar su descubrimiento, siendo Faraday quien lo hizo primero y quien se llevó todo el mérito.
Por si fuera poco, el bueno de Henry descubrió la gran utilidad de los electroimanes, que no patentó, pues creía que la ciencia era patrimonio de la humanidad del que un individuo no podía aprovecharse. Pero el resto de investigadores no opinaron lo mismo, y crearon numerosos inventos sirviéndose de los electroimanes, que sí fueron patentados (como por ejemplo, el teléfono de Alexander Graham Bell).
Pero no creáis que todo acaba aquí. Fue Henry quien realmente inventó el telégrafo en 1831 y quien lo perfeccionó en 1835 (sin patentarlo, como era costumbre en él) para que sirviera para grandes distancias. En 1839, Samuel Morse, ayudado personalmente por Henry, puso en práctica el primer telégrafo entre Baltimore y Washington con la ayuda financiera del Congreso de los Estados Unidos. Pero Morse sí que patentó el telégrafo (y se forró).
Muchas personas (de la cofradía del puño cerrado) fueron las que se negaron a pagar por usar este invento alegando que fue inventado por Henry (y no lo había patentado), pero los tribunales fallaron a favor de Morse.
Finalmente, en 1846 se convirtió en el primer director del Smithsonian, desde donde promovió la comunicación científica entre todos los lugares de la tierra. Además promovió la creación de la Oficina Metereológica de los Estados Unidos, que no hubiera sido posible sin SU invento, que unió todos los puntos del país (Aunque fue Cleveland Abbe quin finalmente fue reconocido como su fundador).
Tras la muerte de Joseph Henry, durante el Congreso Nacional sobre Electricidad de Chicago (1893), fue reconocido oficialmente como descubridor de la autoinducción y en su honor se le llamó Henrio a la medida del Sistema Internacional de la inductancia.
Este ha sido un pequeño homenaje para un gran físico un tanto ignorado.

Publicado por Napoleón

1 comentarios:

Ana Mª Martínez dijo...

Este señor me ha recordado el siguiente fragmento leido en cornelivs.blogspot.com.es:

"- Tonto naciste, tonto eres y tonto morirás.
- Gracias por el piropo
-Oh no, no, no te ofendas. Ya sabes por qué te lo digo: naciste creyendo en el ser humano, sigues creyendo en el ser humano y morirás creyendo en él. No has tenido bastante con la cantidad de desengaños que has sufrido, ni con las muchas puñaladas traperas que has recibido: sigues creyendo en el hombre"

Seguro que se inspiraron en él jejeje.
¡¡¡Pobre soñador en un mundo egoísta!!!

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