Si, amigos míos, ya se que me diréis que tengo ya un superanálisis (muy largo, por cierto) empezado en el blog con las películas de Robin Williams. Aunque no tengo tiempo ahora, lo prometido es deuda, y a Dios pongo por testigo (si es que existe) de que lo terminaré. Mientras, y para entreteneros un rato, analizaré la genial saga de nuestro querido amigo Hideo Kojima. No tuve la suerte de jugarla en mis tiempos de infancia, pero ahora la estoy disfrutando como un enano. Separ fue el que me introdujo en la saga insistiendo brutalmente en que me comprara el cuarto juego, y bendigo su insistencia, porque lo disfruté exageradamente, aun sin saber nada de la historia (cierto es, todo hay que decirlo, que Separ me hizo un resumen muy bonito). Luego jugué al Metal Gear Solid 1 en su casa, en la Game Cube. Y esa edición es la que voy a analizar hoy. Y para analizar las próximas ediciones (Metal Gear Solid 2 y 3), tengo recién compradito y ocupando un hueco de categoría en mi estantería, “Metal Gear Solid HD Colletion”, que incluye esos dos juegos antes mencionados además del MGS: Peace Walker que hasta su estreno sólo estaba disponible para PSP. Vayamos al tajo.

Después de haber jugado a la cuarta entrega de la saga, lo que más me impresionó (como decirlo sin ofender a los ultras) es el pedazo truño de cámara que trae el juego. Es jodidamente difícil avanzar. Si ya es complicadísimo con el radar, no imagino ya ir sin él, a la aventura. En numerosas ocasiones me he encontrado de frente de un soldado genoma (que esa es otra, mucho genoma y mierdas pero no ven a un palmo de distancia, aunque eso es casi de agradecer) de frente o por la espalda, así por las buenas. Y cuando te dispones a disparar descubres que, mágicamente, no puedes apuntar ni hacia arriba ni hacia abajo, solo hacia los lados. Todas estos problemas con la cámara se solventan parcialmente con una cámara en primera persona, pero no puedes mover ni puedes hacer nada de nada en ella. Pero básicamente ese es el mayor impedimento que tiene el juego (Bueno, eso yq eu te llaman por el puñetero códec cada cinco minutos y te tienen hablando un cuarto de hora). Por lo demás es la auténtica pollada (a partir de ahora pienso usar más esa expresión). Empezando por su historia, que es digna de cualquier película premiada de Hollywood, que empieza como cualquier película de acción (el soldado machote que puede con todo) pero empieza a liarse hasta crear una historia verdaderamente original (con los clones de Big Boss y esas cosas). Y luego tenemos al protagonista, que es carismático a más no poder. He escuchado un para de veces la versión en español de Play Station 1, y la voz que usa es estupenda en todos los sentidos, pero quizás por haber jugado a la mayoría de estos juegos en inglés, me gusta mucho más la voz de David Hayter (Solid Snake) con su tradicional coletilla “eh?” en la utilización del códec. Y no sólo el amigo Snake tiene personalidad propia; los malos finales tienen también su gracia. En cuanto a gráficos, los de la gamecube (remasterizados del juego original) son un pepino para la época, porque se parecen, si no son iguales a los del segundo juego, en el que Solid ya no tiene cara de cubo. También destaca en algo que la da mucha personalidad al juego, y que es, por si sola una auténtica obra de arte: la banda sonora, que acompaña perfectamente al juego, hasta el punto de que no sería lo mismo sin ella.


Vamos, que es totalmente recomendable. Pero, si eres jugador inexperto (entre el grupo de los que me incluyo, aunque ya me voy adaptando (digamos que progreso adecuadamente, como en los colegios de infantil)) te recomiendo paciencia. Si eres capaz de soportar y finalmente controlar los controles de los demonios y la cámara, acabarás disfrutando, y mucho. Y te llevarás sorpresitas muy originales (véase el truco del mando con Psycho Mantis).

Publicado por Guido

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