Aprovechando el puente de Todos los Santos, me dispuse ayer a ver Cuarto Milenio, un programa que actualmente se emite temprano y justo a la hora que indica la programación. Insomnes, médicos, sonámbulos: Estáis de enhorabuena. El efecto somnífero de los anuncios es la fuerza más poderosa que existe actualmente en el planeta. Y la verded es que no lo entiendo. Niños que roban olas de agua oxigenada, bebés que bailan al más puro estilo Lina Morgan diciendo que sólo quiere sopa al ritmo de Toda de Jesulín de Ubrique, el director Skinner llamando a un perro disfrazado de Sherlock Holmes, gatos hablando por teléfono, la película porno del KH7, el pan de molde cara-culo o cualquiera de esos que ponen en duda tus visitas al cagadero.
Y la verdad yo creo que existe una competición para ver quien hace el anuncio más malo. Pero no entiendo ese efecto somnífero. Ni el café ni los refrescos de cola ni siquiera un trago de lejía pueden evitar el caer en los dulces brazos de Morfeo.

Publicado por Napoleón

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