Con esto de que vuelve Ramón García a nuestras pantallas, que mejor momento para hablar de uno de sus programas estrella: El Grand Prix del Verano. Muchas veces he hablado en este nuestro querido blog del Grand Prix, pero nunca para recordar, sino para rogar que vuelva, o para examinar con cautela como va la situación. La última noticia que teníamos es que Antena 3 había cogido los derechos, pero en vez de emitirlo tal cual, lo ha transformado en varios concursos que se han estrellado en el duro muro de la baja audiencia (véase “Involución”). Admitamos que ha muerto, amigos míos. Quizás algún día resucite, cual Jesús de Nazaret, pero por ahora está muerto. Así que podemos ponernos, oficialmente, a recordar.


Dando un repaso al montón de pruebas que tenía el concurso (en su etapa en TVE, la buena), podías disfrutar de “Los Arcos” (que consistía en montar un arco romano en la plaza mientras les golpeaba la vaquilla Manola, la que mas mola), “Los Troncos Locos” (la clásica prueba de pasar por unos rollos gigantes situados encima de una piscina), “Los Bolos” (en la que un jugador debía, con los ojos cerrados, derribar a un plantel de concursantes disfrazados de bolos, mientras seguía las indicaciones del alcalde del pueblo concursante), “La Patata Caliente” (Se hacían preguntas mientras se hinchaba un globo, y al que se le explotara perdía la prueba), “La Cucaña” (Subían un palo para coger un jamón que estaba en la punta)...



Ramón García solía salir de un Ayuntamiento de Cartón Piedra, de la mano de la co-presentadora en cuestión, presentaba a los pueblos concursantes (vestían de azul o amarillo), y acto seguido se podía ver ya el conjunto de hostias en piscinas, rampas y en la plaza de toros. El programa era casi el símbolo del verano, junto con la piscina, los polos, la playa y los balones de Nivea.


Publicado por Guido

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