Corría el año 1914 y Europa se veía desgarrada por la I Guerra Mundial. En la frontera entre Francia y Bélgica, se extendía la frontera en la que ingleses y franceses luchaban contra los alemanes. Entre las dos trincheras, en la llamada "Tierra de Nadie" solo quedaba barro y cuerpos muertos de soldados fallecidos. La noche del 24 de diciembre ocurrió un milagro: el alto mando alemán había decidido mandar miles de árboles de Navidad a sus soldados alemanes en el frente para que se sintieran más hogareños y cercanos a sus familias. Al recibir los arbolcillos , los soldados los dispusieron en la trinchera y los decoraron con lo poco que tenían, y comenzaron a cantar villancicos de su tierra. El bando contrario, impresionado, respondió a los cánticos. Poco a poco, el sonido de las balas fue sustituido por el de las canciones navideñas. Poco a poco, de ambos bandos fueron saliendo los soldados para confraternizar y hacer una tregua. Se intercambiaron felicitaciones y productos a modo de regalos como whisky, tabaco y chocolate. Incluso jugaron un partido amistoso de fútbol que, según se dice, acabó con un 3-2 a favor de los germanos. Aquel día, y el día de navidad, hubo un cese total de las hostilidades que en algunos puntos del territorio se extendió hasta febrero inclusive. El día de Navidad aprovecharon para enterrar a sus fallecidos todos juntos, unidos ingleses, franceses y alemanes...
Bonita historia de navidad, a pesar de que luego, los oficiales de ambos ejércitos amenazaron con castigo por traición a la patria a los confraternizantes, e hicieron continuar la guerra. Aún así, esta historia a sobrevivido hasta nuestros día gracias a cartas de soldados a sus familias y a los testimonios de la gente que sobrevivió a aquel enfrentamiento.
Publicado por Guido
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